“Era un tiempo terrible porque los padres no sabíamos si regresaríamos a casa”, nos comentaba Víctor Delgado, doctor de profesión, hombre que palpitó el miedo.
“Nuestros hijos jugaban con temas relacionados al terrorismo. Por ejemplo: mi hija se ponía un pasamontañas y se hacía pasar como terrorista. Traía una cajita de zapatos, la dejaba en un lugar de la casa y luego se iba. Después de un rato gritaba: “booom”. Es increíble cómo captaban todo lo que sucedía y lo tomaban a juego”.
Los comentarios del señor Delgado nos describen el contexto de aquellos años. No servía no mostrar miedo ante los hijos, ellos tenían su manera de asimilar los acontecimientos.
Pero fue Humberto Paredes, 32 años, comunicador él, que estuvo en los precisos momentos en el que sucedió el hecho. Para su suerte, estuvo a una distancia considerable de la explosión, pero sintió en carne propia el miedo y la influencia total de los actos de un grupo terrorista al cual nadie podía parar.
Aquí nos cuenta su versión de los hechos.
“Yo estudiaba en la cuadra 50 de la avenida Arequipa. Ese día (16 de julio) justo hubo un ensayo como preparación para Fiestas Patrias, 28 de julio. La banda del colegio estaba en la calle. Los alumnos nos quedamos hasta las nueve ó nueve y cuarto de la noche. Bordeando esas horas es que, con mis compañeros, nos dirigimos al paradero, entre avenida Larco y Arequipa. Yo vivía en San Isidro en ese entonces. Lo que pasó fue que, de un momento a otro, el piso tembló de una forma rara, nada parecido a un temblor. Todo el mundo se asustó. Para esto, los limeños ya estábamos acostumbrados a atentados en Lima. Yo era joven, tenía 14 años, y seguro por eso asimilaba los sucesos a forma de ‘juego’. Pero vivíamos, sí, con mis amigos, con la preocupación de ver a nuestros padres asustados. No estábamos tan maduramente preparados para aceptar el tipo de violencia que se vivía. En ese instante levantamos la mirada y había una luz roja en el cielo.”
Nos dijo, además, que sólo tiene recuerdos borrosos de aquel angustiante momento. Y nosotros, al verlo expresando su sentir, creemos que quiere que esos recuerdos se queden así: borrosos.